Wednesday, December 19, 2007

Homicidio de un sueño

Me observaba como quien intenta leer los movimientos corporales para adivinar el siguiente movimiento. Se lo permití. Total, daba igual. De igual manera, le había llegado su hora. Me alejé un poco. Se relajó. Volví. Me acerqué a su rostro insolente y ví el temor en su frágil mirada y por un diminuto instante, sentí nostalgia. Nos la pasábamos bien, mi sueño y yo, y ahora sin reparo alguno, se encontraba arrodillado ante mí. Con demasiado orgullo para rogar piedad y demasiado asustado como pa dejarse morir...así nomás. Aún no me decidía ¿Lenta agonía ó muerte súbita? Y así. Sin mucho pensarle. Cerré los ojos, suspiré...los abrí y desperté.

Descansa en páz, sueño ridículo.


Un día en la vida
Darío Parga con Enrique Ocaña

Hoy en uno de esos días en que amanezco muerto
En que no quiero nada, ni decir palabra
En que la muerte lenta, es agonía callada

Hoy es uno de esos días, en que nada me salva
En que estará pendiente, alguna salida
En que la lenta muerte es no tragar saliva

Hoy es uno de esos días, en que escribo de noche
Afuera de mi cuerpo, con la cama tendida
En que no quiero nada. Con la TV encendida
Para que mi silencio, no suene a despedida

Hoy es uno de esos días en que amanezco muerto
En que me veo sonriendo la risa escondida
En que me veo despierto en la muerte más viva.

Hoy es uno de esos días, en que no quiero calma
En que aprieto los dientes y me sangra el alma
De que no habrá suplente al descultar el alba

Hoy es uno de esos días en que no habrá reproches
Del por qué el mundo tuerto tiene una basurilla
En su mitad pirata
Que en la noche de anoche, debajo de la almohada

Un sueño de rodillas

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