Wednesday, October 03, 2007

Amar en silencio

Tendida en el sillón, con la respiración escapándosele con cada suspiro que parecía recordarle que ese momento era real, que estaba viva, que estaba allí, que le había hecho el amor de la manera más suave...y más brutal. Sospechaba que ese instante cambiaría su vida por siempre y de haber sido más inteligente y menos febril,
hubiese tomado su abrigo, arrojado su ilusión en el bolsillo oculto y se hubiese marchado para ya nunca más volverle a ver. Pero como era su costumbre, ignoró a su intuición y sintonizó agudamente a su corazón y se aferró a él y a su espalda desnuda. Cerró los ojos queriendo sacudir la ansiedad de contar cada una de sus pecas. Era él. Solo él...y ella.

Sintió que el amor se le desbordaba por la mirada. Tal vez por eso cerraba sus ojos y temía verle a los suyos, podría llegar a descubrirle y entonces ¿huir? Aún así, cuando su necedad cobraba valentía y le miraba justo allí, dónde podría, tal vez, encontrarse ó no...él le evadía. Tal vez él, con la ventaja de los años trazados en su historia, sabía que al evitar esa mirada intensa y llena de amor, amor del bueno, amor animal, evitaría convertirse en piedra, como los antecesores de Perseo.

Ella jamás hubiese imaginado que al compáz de aquella melodía de Bach, se le congelaría el corazón y la condenaría a ser tan volátil como siempre fue.

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