Wednesday, August 11, 2004

Musicalizada

Ya en diferentes ocasiones que he platicado con el Sol (Leo) bromeamos de esa particular manía suya de relacionarlo todo con algún capítulo de los Simpsons. No importa el tema, encontrará un episodio relacionado y sin faltarle la clásica imitación (muy buena, por cierto) de Homero Simpson. Hace que muera de risa cada vez que lo hace. En fin. Me sorprende la facilidad que tiene para recordar capítulos y escenas específicas. Bueno, más bien, me sorprendía. Me he dado cuenta que yo hago exáctamente lo mismo. Sólo que con música. Lo musicalizo todo. No importa el tema y la situación, seguro pienso en una rola relacionada y si puedo, la pongo. Creo que de alguna manera u otra, siempre lo he hecho, pero ese habito se ha intensificado en los últimos 2 o 3 años. Seguro harto a muchas personas ¡diablos! por supuesto que les harto, si hasta a mi misma he logrado fastidiar. Pero ni modo... es I-N-E-V-I-T-A-B-L-E.

La música me es vital. No imagino mi vida sin ella. Es algo así como que mi fiel y eterna compañera. Es la expresión máxima. Es un lenguaje que no se habla, se siente, y para mi, esa es la vía de comunicación por excelencia.

"Compañera"
Silvio Rodríguez

La canción es la amiga
que me arropa
y después me desabriga;
la más clara y obscura,
la más verde y madura,
la más íntima
la más indiscreta.
La canción me da todo,
aunqe no me respeta:
se me entrega feliz
cuando me viola.
La canción es la ola
que me eleva y me hunde,
que me fragua
lo mismo que me funde.
La canción compañera,
virginal y ramera, la canción.

Comenzamos un día
por los tiempos
de siempre y todavía;
comenzamos felices
a juntar cicatrices,
como buenas señales de los años,
y, peldaño a peldaño,
levantamos paisaje
sin excusa, sin ruego
y sin ultraje.
¿Quién se atreve a decirme
que debo arrepentirme de la esperma quemante
que me trajo?
Porque sangra de abajo
yo no vendo ni rajo mi pasión.

Entre drama y comedia
he llegado trovando
a la edad media;
torpe, pero sincero,
aún no soy caballero
(y que el cielo me libre de cordura)
No me embriaga la altura
ni me aburren los sueños;
no es por moda que estallo
y que me empeño.
El amor sigue en brete
y el camino a machete,
más no lloro por tal
ni me amilano,
si conservo mis manos,
mi sudor y el humano corazón.

¿Vén a lo que me refiero?

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